La digitalización de la salud es todo un reto en esta sociedad en rápida evolución que ha de facilitar la comunicación, la información mediante sistemas integrales e integrados, la coordinación, la mejora de la salud de la población y la eficiencia en la prestación de los servicios.
En este nuevo paradigma de innovación disruptivo es imprescindible poner al paciente como eje central y las soluciones tecnológicas cómo facilitadoras de la coordinación entre pacientes y profesionales, exigiendo que se garantice la fiabilidad, la confidencialidad y la privacidad de los datos.
Es evidente que la revolución digital tiene un impacto en todos los aspectos de nuestras vidas y que la salud es uno más. Desde el punto de vista del paciente, la salud móvil permite manejar más información gracias a la facilidad de acceder a Internet y ser más proactivos en el cuidado de su salud a través de las distintas apps y wereables disponibles en los markets.
Esto implica un nuevo modelo de relación médico-paciente donde el profesional de la salud deberá orientar al paciente en la prescripción de webs y apps para garantizar contenido de confianza y de calidad. Por ejemplo en el caso de webs existe el sello de Web médica Acreditada (WMA) y el decálogo para el uso de webs en salud. En el caso de las apps ya existe a nivel europeo regulación para la clasificación y cualificación de apps como productos sanitarios (Directiva 93/42/CE, RD 1591/2009) y sellos de calidad y catálogos cómo el sello App Saludable, la certificación AppSalut, MyHealthApps, el catálogo de la fundación iSYS y imedical Apps…).
Así mismo, la implantación de la telemedicina ha facilitado la mediación a distancia entre el paciente y los profesionales de la salud mediante las diferentes modalidades como son la teleconsulta (acceso a experto remoto), la teleasistencia (provisión de cuidados de salud en atención domiciliaria), la telecirugía (intervenciones con telerobótica, la visión artificial y realidad virtual) y la telemonitorización (vigilancia remota de parámetros fisiológicos y biométricos de un paciente), entre otras.
Pero sobre todo este reto vendrá marcado por las nuevas tendencias globales de salud como son el Big Data, la Inteligencia Artificial y el Machine Learning.
El uso de Analytics y Big Data ayudará a predecir nuestra salud a partir del procesamiento y análisis de enormes cantidades de información generada por nosotros mismos (mediciones corporales monitorizada por dispositivos en tiempo real, análisis genómicos, metabolismo…) permitiéndonos ser más precisos en los diagnósticos, en la personalización de tratamientos y en la reducción de la tasa de errores para mejorar la seguridad del paciente.
La Inteligencia artificial y el machine learning ayudarán a los profesionales de la salud a diagnosticar enfermedades a partir de los repositorios de información y datos biomédicos recogidos y clasificados basándose en algoritmos y patrones de categorías. Se podrán realizar clusters de pacientes que permitirán ser más proactivos en el manejo de las patologías crónicas. Es obvio que la salud digital va a ser una herramienta muy valiosa para la Investigación, el desarrollo y la innovación.
Ante todos estos cambios es necesario disponer de políticas regulatorias alineadas con la tecnología que puedan por un lado garantizar la implantación de la salud digital y por otro proteger a los pacientes (ciberseguridad).
Por Mireia Sans