La actual revolución tecnológica en el ámbito de la salud nos va a permitir, en un futuro no muy lejano, mejorar la atención a los pacientes de una forma que hubiera sido imposible imaginar hace décadas. Hoy en día, la utilización de los dispositivos móviles y otras tecnologías digitales son ya una realidad de cara a la ampliación y la mejora de la atención médica, además de facilitar el acceso de los pacientes a los profesionales mejor capacitados.
La telemedicina es buena prueba de ello pues contribuye a acercar la atención a los pacientes en tiempo real, sin perjudicar la calidad. Además, este recurso tecnológico posibilita la optimización de los servicios, ahorra tiempo y costes, reduce las desigualdades relativas a la accesibilidad, evita traslados y facilita la continuidad asistencial. Esta práctica debería fundamentarse en los principios de privacidad, confidencialidad y protección de la dignidad humana, según recoge una resolución de la Organización Mundial de la Salud (OMS)de 2005 y que también contempla la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de los Derechos Digitales, aprobada el pasado mes de noviembre.
Esta y otras tecnologías digitales están mejorando el funcionamiento de los sistemas sanitarios, además de revolucionar y ampliar las capacidades de los profesionales de la salud. Sin embargo, debemos tener en cuenta que los médicos no pueden pasar más tiempo registrando datos que atendiendo a los pacientes. La tecnología digital bien aplicada ayuda a la automatización de los procesos y libera al profesional sanitario.