¿El centro de salud, el laboratorio farmacéutico o la organización para la que trabajas ya es digital? Si la respuesta es afirmativa, vais por el buen camino. Si la respuesta es «no», seguro que ya estaréis inmersos en un proceso de transformación digital o lo iniciaréis en breve, porque las organizaciones serán digitales o no serán.
Hablar de digitalización siempre nos hace pensar en tecnología, pero la transformación digital no va de máquinas sino de personas. Son las personas las que hacen posible la transformación. Ni la tecnología más avanzada puede digitalizar una organización si las personas que la forman no aceptan el cambio y están dispuestas a llevarlo a cabo.
Por eso, en el proceso de digitalización, la comunicación interna juega un papel clave para evitar la resistencia al cambio dentro de la organización, o como mínimo intentar reducirla. La comunicación interna busca informar a los empleados, pero es mucho más que eso: les anima a compartir experiencias, fomenta las relaciones, aumenta el engagement con la organización y ayuda a construir la cultura organizacional.
Por otra parte, es esencial comprender que la digitalización de una empresa es transversal, no depende solo de un departamento. Y, como hemos dicho, son las personas las que la llevan a cabo. Por eso hay que formar en competencias digitales a todos los colaboradores, pero en especial a aquellos que pueden actuar como evangelizadores del resto de empleados.
Seguro que dentro de la organización hay personas que son early adopters y disfrutan de la tecnología, y además son líderes de opinión, independientemente del cargo que ocupen, capaces de contagiar su entusiasmo tecnológico al resto de compañeros. Se trata de identificar a estas personas clave e invitarlas a ser embajadoras de la digitalización de la organización, pues serán ellas quienes consigan mover al resto de personas hacia la transformación digital deseada.
Y, por supuesto, es imprescindible que la dirección crea en ello. Sin el compromiso de los de arriba, difícilmente se podrá llevar a cambio ningún cambio organizacional y la digitalización no es una excepción.
Cada vez las organizaciones son más líquidas y también han de serlo las personas que las forman. No todos hemos de acabar siendo programadores: se trata de adquirir competencias digitales que nos permitan desarrollarnos como profesionales excelentes en el contexto actual, aprovechando las oportunidades que nos brinda la tecnología.
La tecnología es un medio, nunca un fin. El fin de la transformación digital es lograr organizaciones más efectivas, más productivas, más competitivas. Y para lograrlo hay que incorporar la tecnología digital en el ADN de la organización. ¿Empezamos?
Por Cristina Aced