¿Se acuerdan ustedes, queridos lectores, del famoso cuento de Pedro y el lobo? Que viene el teletrabajo, que vienen las herramientas digitales, que viene el lobo… Pues bien, el lobo ha llegado y ha sido en forma de pandemia mundial.
Cuando los más avanzados ya llevábamos tiempo hablando de la necesidad de la transformación digital de las organizaciones y de la utilización de las herramientas TIC en beneficio de estas para mejorar sus procesos y la satisfacción de las personas de la organización, de repente y casi sin avisar, nos hemos visto inmersos en unos procesos de teletrabajo forzado.
En la mayoría de las situaciones, y por cuestiones de confinamiento y garantizar la salud de los profesionales y la conciliación familiar (con situaciones “domesticas” más comprometidas que nunca al estar los colegios cerrados), esta apuesta por el teletrabajo se ha realizado de manera totalmente improvisada, tanto en lo que respecta a la organización como en lo que respecta a los profesionales que hemos visto que de repente teníamos que instalar la oficina en casa sin los medios ni los conocimientos digitales para garantizar un mínimo de calidad y un mínimo de confort para todos.
Lo que es cierto, en todo caso, es que, si a muchas empresas les ha pillado el toro a contrapié, a muchos ciudadanos también, pensando que eso del teletrabajo y las herramientas TIC era cosa de millennials y que a ellos nunca les iba a tocar. Pues bien, al hilo de todas estas reflexiones llegaba el otro día a nuestras manos el siguiente artículo: ¿Nos convierte la COVID-19 en ciudadanos digitales? en el que se comparten una serie de datos muy interesantes en lo que respecta al incremento del teletrabajo en España con motivo de la pandemia de la COVID-19 y nos aportan una serie de definiciones que nos pueden ser de gran utilidad en proyectos como el que nos ocupa de Sherpas 2.0, Juntos contra el aislamiento digital.
Del mencionado artículo extraigo también la siguiente cita para continuar mi reflexión:
“La ciudadanía digital es la capacidad de participar en la sociedad en línea”. Digital Citizenship. The Internet, Society, and Participation, Mossberger et al. (2007).
¿Somos ciudadanos digitales por tener esa capacidad de participar en la sociedad en línea o antes deben garantizarse las condiciones propicias para que dicha participación sea equitativa para todos? Por ejemplo, ¿que todos los bancos ofrezcan sus servicios de banca digital quiere decir que todos los ciudadanos accedemos a las mismas en igualdad de condiciones, conocimientos y garantías de éxito?
De la misma manera podríamos decir que no somos profesionales digitales porque la empresa tenga la capacidad tecnológica de así disponerlo; no deberíamos pasar por alto que previamente todas las personas de la organización deberían tener acceso a dichas herramientas digitales en igualdad de condiciones e independientemente de la situación personal que disponga cada uno en su casa.
Porque no todos los profesionales tienen acceso a internet en sus domicilios, porque no todos los profesionales tienen la posibilidad de poder disponer de un tiempo de calidad (sin distracciones ni interrupciones) en sus hogares. Muchos motivos y muy variados que deberían llevar a las organizaciones que quieran apostar por su transformación digital a repensar el punto de partida e incorporar a las personas de la organización en los procesos de cambio y toma de decisiones desde el punto de vista del ciudadano digital en igualdad de condiciones para todos. Porque mientras no incorporemos individual y organizacionalmente la transformación digital a todos los aspectos de nuestra vida de una forma coherente y planificada, nos tendremos que quedar con el título de este artículo y decir aquello “si no queda más remedio; a la fuerza, ahorcan”.
Iñaki González (@goroji). Autor de El Blog de Iñaki González (www.sobrevivirrhhe.com). Gestión de Personas y Transformación Digital de RR.HH.