Han pasado casi dos meses desde la II Desconferencia, acaba de comenzar oficialmente el verano, y ha venido acompañado de muy altas temperaturas.
En medio de este calor me proponen escribir el editorial de esta Cordada y por un momento, al pensar en el tema, creo que mis neuronas han decidido cerrar por vacaciones.
No, no puede ser. Un Sherpa no cierra por vacaciones.
Es posible que nuestra actividad en verano sea más sutil, menos evidente, sobre todo comparada con el frenesí de la desconferencia, pero continúa. Ahora es el momento de terminar de procesar toda la información del trabajo llevado a cabo en Barcelona para presentarla y seguir dando pasitos en este ilusionante proyecto.
Durante este tiempo he podido reflexionar sobre un aspecto que me preocupa un poco: si seremos capaces de alcanzar suficiente masa crítica en un tiempo no demasiado largo para que el salto de la brecha digital sea significativo.
Sí, es indudable que la expedición sherpa es cada vez más numerosa, pero también es indudable que los cambios en el mundo digital se producen a velocidades de vértigo y me pregunto si conseguiremos acercarnos a esas velocidades.
No me mal interpretéis, no soy pesimista, más bien al contrario, pero debemos ser conscientes de que la tecnología avanza ya más deprisa que nuestra capacidad para adaptarnos a ella.
Si queremos conseguir un alto grado de digitalización en salud es necesario que no nos paremos, que cada uno desde nuestros diferentes ámbitos sigamos avanzando, consiguiendo acompañar en el camino a cada vez un mayor número de expedicionarios y convirtiéndolos a su vez en nuevos sherpas.
Sé que las ganas, el impulso y la ilusión de cada una de las personas que forman parte de este proyecto son enormes y por eso confío en que juntos lograremos que la pequeña bola de nieve que comenzó a rodar a finales del 2014 acabe convertida en todo un alud que consiga sellar la brecha.
¡Buen verano!