El proyecto Juntos contra el Aislamiento Digital, al que conocemos como #sherpas20, escenificó hace unas semanas su ritual de apareamiento intelectual: la desconferencia. Ese “No Congreso” en el que los miembros (y miembras 😉 de diferentes tribus profesionales del entorno sanitario online practicamos la promiscuidad neuronal con un objetivo común: cocrear soluciones para reducir la brecha digital en salud.
Un ritual se define como una serie de acciones, realizadas principalmente por su valor simbólico, que se basan en alguna creencia. Son acciones especiales, diferentes a las ordinarias y responden a una necesidad, como la de reforzar la propia creencia.
Podríamos decir que la desconferencia se institucionaliza como el ritual por excelencia de los #sherpas20, un punto de encuentro que da sentido a la comunidad y retroalimenta su creencia: ¡haz que las cosas pasen!
Lo interesante de esta experiencia es precisamente la aludida promiscuidad neuronal. No es frecuente que en las organizaciones sanitarias se fomente el trabajo interdisciplinar como vía para la resolución de problemas o el desarrollo de proyectos. Las neuronas de las diferentes tribus sanitarias se conectan de forma puntual con este fin. Suele predominar la endogamia y ya conocemos los efectos adversos que conlleva perpetuar el aislamiento.
Pero lo realmente difícil es que se favorezcan entornos que promuevan la participación y el trabajo colaborativo en total igualdad de condiciones sin que el intento culmine en fracaso. Fracasos habitualmente atribuibles a déficits de generosidad de las partes involucradas. Una de las virtudes de este proyecto es, precisamente, la ausencia de líderes. Todas las voces cuentan y, por ende, todos los distintos saberes suman.
En este caso, 50 representantes de más de diez comunidades profesionales hemos estado trabajando al unísono en proyectos para avanzar hacia una mejora de la salud maximizando las oportunidades que brinda la tecnología y el entorno digital. Y lo hemos hecho de forma estructurada y ordenada a través de metodologías de trabajo innovadoras que facilitan incorporar puntos de vista, experiencias y conocimientos de diversa procedencia para resolver un reto común y, sobre todo, generar ideas sobre cosas que aún no existen. El resultado es hijo de todos sus coprogenitores.
Esta meta solo es alcanzable si se añaden dos ingredientes: la humildad y la generosidad. Son herramientas clave para la escucha y, sobre todo, para el aprendizaje. Porque el fin último que comparten los #sherpas20 es aprender para seguir avanzando.
Para ello, es recomendable asomarse fuera de la propia tribu y prestar oídos a otros sonidos. Si no, corremos el riesgo de acabar ensordecidos por nuestro propio eco. En Sanidad llevamos oyendo las mismas ideas demasiado tiempo; tal vez sea hora de desinhibirse al estilo #sherpas20.
Por Isabel Perancho